Eco ...
Fue una mañana, recién inaugurado el día.
Cuando la
consciencia aún no nos ha hecho adultos y sensatos.
Fue una mañana, con los
ojos pequeñitos, cuando por fin decidió desnudarse ante él en cuerpo y alma.
Sin
dejar de mirarle, abrió su corazón y se fue vaciando lentamente.
De su interior
brotaba calor, de sus labios, palabras y susurros.
Con un gran esfuerzo consiguió decir: Te
quiero.
Las palabras, suspendidas en el aire, comenzaron a chocar contra las paredes de
aquella habitación blanca, limpia, libre ... que las devolvió rebotadas con eco.
Él entonces la quiso,
la quiso, la quiso ...
(... ...)
Sonrio, me llega el eco
ResponderEliminaryo suspiro, suspiro, suspiro...
ResponderEliminarMe gusta el misterio de tus puntos de suspense, entre la imagen y la palabra. Me quedo.
ResponderEliminarTu nuevo seguidor
Spaghetti